miércoles, 29 de noviembre de 2006

Capítulo 1. Prince

¡Hola! Escribí este fanfiction de Severus Snape, porque es un personaje que me encanta, así que aquí les dejo la primera parte, se divierten, y, por favor, dejen comentarios. Todavía no se vislumbra la historia en sí, pero bueno, creo que es material criticable, en el buen sentido.


¡Por fin cumplí la promesa de una página sólo para el fanfiction!

Princesa Mestiza

Capítulo 1. Prince

“Nunca más, pensé, nunca más, cuando ella murió por mi culpa, cuando me desgarré el alma sin encontrar consuelo, cuando me di cuenta de cuanto me había engañado a mí mismo pensando que la había olvidado, cuando por fin venció el dolor al orgullo.

Ni siquiera cuando se fue con Potter sufrí tanto, por lo menos estaba viva en ese entonces. Pensaba, ingenuamente, qué alguna vez estaría conmigo. Nunca lo supo, pero ni siquiera el señor perfecto la amó tanto; yo no le dije nada, porque sabía que no podía hacerla feliz. No quería que sufriera conmigo, la amaba, y como dice ese estúpido refrán, la dejé libre.”

-¡Qué cursi me estoy volviendo!- dijo Severus Snape mientras arrugaba el pergamino manchado de tinta que su mano, inconscientemente, había estado escribiendo. Lo tiró al fuego. –Sólo los débiles se regodean con sentimientos tristes. Siempre me tiene que suceder en Halloween.-

Estaba sentado en una butaca oscura, en un cuarto oscuro, una noche sin luna. Con el crepitar del fuego como único compañero y un vaso de vino de elfo en la mano. –Estoy tomando demasiado- pensó, -mañana no va a haber quién me aguante.-

No sería la primera vez. Todos en el colegio lo conocían por su carácter fuerte, insufrible, por la crueldad y sarcasmo en su voz. –Quién lo creería, el insoportable profesor Snape rememorando viejos momentos. Cuando esté senil voy a decir, incluso, que James Potter y Sirius “Presumido” Black eran mis grandes amigos- se dijo. Obviamente no lo pensaba en serio, pero no le gustaba bajar la guardia. Siempre alerta, desconfiado y cruel, de apariencia huraña e impasible, descuidado en su aspecto, porque la apariencia física, al menos en él, no le importaba.

-Mejor me pongo a hacer algo de provecho,- se dijo levantándose y apuntando con su varita hacia el vaso y la botella vacíos, que se lavaron y acomodaron en un cajón camuflado de las estanterías que cubrían las paredes de la estancia, todas ellas repletas de libros.

Después señaló hacia su escritorio e hizo aparecer un montón de pergaminos que comenzó a revisar con saña. No por nada la tinta roja le gustaba más que la negra.


-Otro cero, Favell- se encontró diciendo al otro día durante su clase de pociones. Disfrutaba particularmente de humillar a ese alumno que creía poder transgredir las normas cada que quería. El que se creía más importante de los demás y le recordaba a ese par de arrogantes que lo habían molestado tanto durante sus años en la escuela.

-¡Pero si le entregué toda la tarea!- protestó el alumno.

- Sí, pero no es lo mismo hacer una redacción que un plagio, supongo que conoces la diferencia.- atajó Snape. –Así que si haces el favor de callarte…-

-¡No es justo!- dijo Favell levantando la voz y muerto de rabia.

-Cinco puntos menos para Gryffindor, y si tengo que volver a decirte que te calles serán 50.- contestó Snape.

-Victorioso como siempre, Favell- dijo una voz llena de hastío y sarcasmo.

-Gracias por tu comentario, señorita Morrigan. Sin embargo, nadie te pidió que hablaras. Cinco puntos menos para tu casa.- Dijo Snape, a la vez que entrecerraba los ojos.

-No será algo que no recupere fácilmente- contestó la chica, imitando el gesto del profesor admirablemente.

-Otros diez puntos.- Contestó Snape, impeturbable.

-Me subestima, señor.- contestó Morrigan a la par que esbozaba una ligera y cínica sonrisa.

-¡Castigada! Te espero el viernes a las 6 de la tarde en mi despacho.- repuso Snape con tirria.- Y a ustedes,- dijo señalando a los alumnos de Gryffindor- si no consiguen hacer una poción decente, ya no digamos buena, se verán en la misma situación. Ya estoy cansándome de Gryffindor y sus lumbreras.- Los alumnos de Slytherin soltaron risitas ahogadas. –Las instrucciones se encuentran en la pizarra. Tienen una hora. Ya pueden empezar.-

Snape comenzó a pasearse por la mazmorra vigilando a los alumnos. Al pasar al lado de Morrigan pudo admirar la destreza de la chica en el manejo de los ingredientes, pero, como siempre, no dijo nada al respecto. Con Favell fue diferente, con su queda voz les hizo saber a todos la inutilidad del joven en la elaboración de pociones. Favell se puso rojo, se notaba que ardía en deseos de contestarle al profesor, pero pudo más su miedo al castigo.

Con apenas media sonrisa en la boca, Snape se permitió festejar el triunfo. Morrigan lo seguía con mirada calculadora, a ella nunca había logrado sacarla de sus casillas.

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