miércoles, 29 de noviembre de 2006

Capítulo 4. Miradas

Hola a todos, ya me atrasé mucho, lo sé, y espero que entonces esa espera no los haga desilusionarse del fanfiction, pero he aquí, por fin, el capítulo 4, que muchos han esperado. A todos, gracias por esperar tanto, espero que lo disfruten, ya saben, cualquier comentario, sea bueno o malo, lo pueden poner abajo, y, nada, a darle.

Princesa Mestiza

Capítulo 4. Miradas


Esta vez Morgana no llegó temprano a su castigo. Snape, como siempre, abrió la puerta de su mazmorra a las seis de la tarde, esperando encontrarla fuera, recargada en la pared. Un ligero desconcierto pudo vislumbrarse en su cara durante unos segundos, pero pronto cambió su expresión por una más dura y anotó en el pergamino que llevaba en la mano una nota: “retardo”.

Morgana llegó quince minutos después, pero ni siquiera apuró el paso al entrar a la mazmorra. Se dejó caer pesadamente en una silla, mientras observaba distraídamente un tarro de cristal donde flotaba algo parecido a un corazón humano (aunque podría haberse tratado de un bazo de rana gigante).

Severus Snape estaba concentrado en un pergamino. El tintero estaba a su lado. Cuando oyó el pesado sonido de Morgana al sentarse se limitó a alzar la vista y decir:

-Quince minutos tarde, ha batido el récord de retardo en un castigo, Morrigan. Por cierto, aquí tiene su trabajo calificado-dijo tendiéndole el pergamino que había estado calificando- supongo que un simple aprobado no le bastará, ¿o sí?

Morrigan fijó su vista en el pergamino, que tenía una pequeña “E” roja en la esquina superior derecha, pero no reaccionó. Por una vez en su vida Snape había decidido ser amable, o lo que el pensaba que equivalía serlo, y Morgana ni siquiera se había inmutado.

-Perfecto- dijo entonces el maestro, levantándose de su asiento- tendrás que limpiar el armario de los ingredientes de los alumnos, sin magia.-

Morgana se limitó a asentir.

-¿Qué esperas?- le preguntó en un susurro enojado. Su orgullo estaba herido. Morgana se levantó y comenzó a ordenar y sacudir el armario. Snape se quedó sentado, distraído.

-Tal vez un vaso de vino me haría bien- pensó- si no estuviera Morrigan aquí… Pero no, no quiero que se vaya. Por una vez me hubiera gustado no beber solo.-

¿Cómo reaccionaría Morrigan si al terminar su castigo él le sirviera un vaso de vino en silencio? No, no lo haría, sería poco ético. Estaría vulnerable, incluso podría comenzar a platicarle su vida, y vaya que tenía secretos que guardar. Dejaría el vino para después, mientras tanto tendría que ocuparse en algo, o le entrarían de nuevo las ganas de tomar un trago.

Sigilosamente fue hasta donde se encontraba Morrigan, que leía con atención las etiquetas de los frascos en el armario de los ingredientes. La observó trabajar en silencio.

-Lo estás haciendo mal- dijo de repente Snape, en la forma más suave que pudo, estaba justo detrás de Morgana, por lo que ésta no pudo evitar sobresaltarse.-Los ingredientes no deben de clasificarse por orden alfabético ni por volumen, sino por su uso.-

Morgana no quería hablar, porque eso muchas veces implicaba mirar a las personas de frente, y ella no tenía intención de dejar que el profesor la mirara fijamente. Y todo gracias a ese libro de la sección prohibida. Si no hubiera descubierto lo que es la Legeremancia nunca hubiera descubierto que Snape la usaba continuamente con sus alumnos. No por nada había llegado a pensar que Snape podía leer la mente, sobre todo si querías ocultarle algo.

-¿Cómo los separa entonces, señor?- preguntó, sin voltearlo a ver.

Esta vez se le crisparon los nervios a Snape cuando Morgana no volteó a verlo.

-¡Deberías saberlo, Morrigan! Los ingredientes se agrupan según su uso. ¿Qué se hace en una cocina? Los condimentos se mantienen juntos, mientras que las legumbres se guardan en otro lugar, y los granos en otro, ¿no? ¿Qué se hace en una biblioteca? Antes de clasificar por orden alfabético los libros se separan en grandes rubros, como materias y temas. El orden alfabético es aplicable sólo a grupos pequeños.-

-¿Y qué sucede cuando un ingrediente tiene diversos usos?- lo atajó Morgana.

-Buena pregunta- pensó Snape, pero no lo dijo.

-Generalmente cuando un ingrediente tiene distintas empleos también distintas son sus formas de uso. Hay veces que usamos las hojas de una planta, por ejemplo, mientras que para otra poción lo que empleamos son las raíces. No hay forma de confundirlo.-concluyó Snape.

-¿Y espera que un estudiante promedio recuerde los usos de los ingredientes como para separarlos y clasificarlos?- Morgana olvidó un momento que no quería encontrarse con Snape de frente y lo miró.

-Por eso lo estás haciendo tú.- Severus alzó una ceja al finalizar la frase.

-Entonces debería comenzar a cumplir mi castigo, señor.- Contestó Morgana bajando la mirada otra vez, a la par que volteaba hacía el armario de ingredientes. Snape la dejó sola, trabajando, mientras que él volvía a su pergamino.

Poco antes de la media noche Morgana terminó de ordenar los ingredientes. Sin decir una palabra Snape movió su varita e hizo aparecer una botella de vino de elfo y dos copas. Le sirvió un poco a Morgana, para hacer lo mismo con su copa poco después. La chica lo miró atónita unos segundos, después puso cara de fastidio otra vez, pero vació la copa de un trago, una de sus reglas no era desperdiciar nunca el vino (el alcohol en general).

-Buenas noches- se limitó a decir mientras salía de la mazmorra. No le iba a dar las gracias, Snape sabía de sobra que le agradecía el vino con sólo habérselo tomado. Severus se quedó solo en su despacho, con una copa llena, y una vacía. En cierto modo estaba satisfecho. Morgana había bajado la guardia por un momento, lo suficiente para que él corroborara que le ocultaba algo, y que pensaría hacer algo al respecto.

-Sabe de la Legeremancia,- pensó divertido, imaginándose que él se tendría que haber visto así ante los demás durante sus años en Hogwarts. Curioso pero prudente, tratando de aprender cosas que lo beneficiaran, pero sin que los demás se dieran cuenta de que aprendía de ellos, para después aparentar saberlo todo sin necesidad de haberlo aprendido de nadie.

-Conociéndola, va a tratar de aprender Oclumancia. Las vacaciones de Navidad son perfectas para un curso intensivo, si se tiene un buen maestro, al cual no creo que encuentre. No puedo esperar mucho de ti, Morgana, pero sé que cuando te sientas capaz vendrás a retarme, y eso será muy interesante para mí.-

Una sonrisa de diversión contenida se dibujó en su rostro por mucho tiempo. Había olvidado sus terribles ansias de beber.


-¿Qué vas a hacer estas vacaciones?- preguntó Jane a Morgana durante el desayuno al día siguiente. Los alumnos ya sólo pensaban en las fiestas de Navidad, incluso los estudiantes de quinto, que normalmente estaban preocupados por los TIMOS, los habían olvidado y comentaban sus planes con sus compañeros.

-Supongo que iré a visitar a un tío que vive en Escocia, tiene un castillo, sólo que más sombrío, frío y vacío que éste.- contestó Morgana sin bajar el libro que estaba leyendo mientras desayunaba.

-¡Escocia! Ojalá pudiera ir a visitarte.- dijo Jane, mirándola fervientemente. Cuando ponía esa cara por algo, Morgana se preguntaba cómo es que la soportaba. Qué más daba si iba a un castillo, la cosa es que, por enésimo año consecutivo sus padres la relegaban a un familiar más mientras se ocupaban de sus cosas.

-No creo que puedas ir- le dijo a Jane. –Es un tío desconocido, de los que llevan mil años desaparecidos de la familia, pero como tiene dinero y una casa grande, mis padres piensan que no me sentiré mal de quedarme con él, mientras que siguen viviendo su vida. Además, tengo planeados unos cuantos deberes para mi visita.-

-Morgana, aunque no estén tus padres diviértete, es Navidad.-

-Lo haré, créeme, no los necesito para divertirme, sólo que hay algo que me parece importante y divertido a la vez.-

-Como siempre, ¿ehh? Bueno, me conformo si me traes un recuerdo- “Otra vez esa mirada ferviente”, pensó Morgana. “Pero da igual, con su vida tan ordenada, de seguro yo soy lo más cercano que tiene de algo interesante.”

-No te preocupes, lo haré.- Se quedaron en silencio,

-¿Jane?- Dijo Morgana suavemente desde detrás del libro, después de un rato de incomodidad.

-¿Sí?-
-¿Te importaría moverte un poco a la derecha? Siento una mirada pesada sobre mí que no me deja leer.-

-¿Mirada?- exclamó Jane sorprendida-

-Por favor, no hagas un escándalo ni voltees como desesperada a ver quién es, como acostumbras.-

-Está bien, voltearé despacito, ¿sí?-

-¡Joder, sí, pero en el intento muévete y tápame, para que pueda leer!- murmuró Morgana con la quijada rígida de desesperación, la tolerancia no era lo suyo

-Uy, ¿qué te hizo Snape anoche, que estás tan enojada?- dijo Jane, y ,con un movimiento algo forzado, volteó para ver a la persona que estaba molestando a Morgana. Se encontró de frente con Favell, que estaba embobado, como si pensara, y no se percató de que Jane había volteado.

Sorprendida Jane olvidó el sigilo, volteó inmediatamente y con vehemencia le murmuró a Morgana.

-¡Te está observando Julian!-

-¿Favell?- preguntó extrañada. Todo ese tiempo había pensado que era Snape quien la veía. Y mientras pensaba que ojalá Jane no pudiera detectar ese dejo de decepción que había en su voz, dijo:

-Lo más seguro es que me trate de embrujar, el pobre, como si alguna vez hubiera podido embrujar siquiera a un gusarajo.

Jane no paraba de mirar a hurtadillas sobre su hombro. Ya antes había pensado en la posibilidad de que a Favell le gustara Morgana, después de todo era muy bonita. Aunque si la conocieran como ella la conocía tal vez se lo hubieran pensado mejor. Pero bueno, con un chico tan normal como Favell, Morgana podría cambiar un poco, suavizarse. Después de todo el chico era mono. Y jugaba quiddich. Y si él estuviera con Morgana podría dejar de ser tan tonto, aunque a ella no le parecía tan tonto de todos modos, sólo un poco inmaduro.

-Morgana, no creo que te quiera embrujar, baja el libro y véelo.-

-¡No quiero!- A veces Morgana extrañaba los tiempo cuando Jane no le tenía tanta confianza. Ese “no quiero” habría echado a alguien a correr, pero como Jane ya se había acostumbrado, Morgana ya no podía intimidarla tan fácilmente.

-¡Hazlo!- Era persistente la chica.

-¿Si lo hago te callarás de una vez?-

-Sí.-

-¡Joder, lo que una tiene que hacer para que la dejen en paz, si no es uno es otro!

Bajó el libro y miró en dirección a Favell, éste desvió la mirada y se sonrojó un poco.

-Pues sí, no creo que tratara de embrujarme, pero no creo que moleste más.- dijo con una cínica sonrisa en la boca.


Las últimas semanas en el castillo habían sido una locura. Los prefectos ayudaban a decorar el castillo, mientras que Peeves deshacía sus adornos detrás de ellos. El profesor Flitwick parecía al borde de un colapso nervioso, pues siempre era el primero en ofrecerse como voluntario para decorar el castillo, y, como cada año, Peeves lo volvía loco.

Severus Snape no disfrutaba las fiestas, ni siquiera los tomaba en cuenta, pero por lo menos se mantenía a salvo de las bromas que de Peeves y la neurosis de la decoración. No dejó de dar clases un solo día, como hacían la mayoría de los profesores al acercarse Navidad, ni tampoco dejó que Morgana faltara a su castigo. No siguió tratando de que ésta lo mirara a los ojos, estaba convencido de lo que ya sabía, y decidió darle un descanso, una mezcla de tregua y emboscada. Morgana se relajaba, pensando que había logrado ocultarle sus intenciones, y él esperaba a que regresara de vacaciones y lo retara, muy sencillo.

Ahora Snape también tenía un plan, y eso lo había hecho revivir un poco. Últimamente tenía muchos sueños molestos en los que veía la casa en ruinas con la luna detrás, sólo que ahora esa luna era de color azul y tenía el filo rojo. No le hacía mucha gracia, pero había tenido que estar tomando nonsomnium, la poción para dormir sin tener sueños. No le gustaba tomarla, porque al despertar se sentía vacío e incompleto, ya que al soñar el yo interno se comunica con el externo, y sin ese diálogo la salud mental de una persona peligra tanto como si tuviera pesadillas muy frecuentemente. Pero ese mal sueño no era del todo ficción, y los recuerdos y pensamientos pueden dañar mucho.

Pero desde el día que descubrió qué tramaba Morgana, Severus estaba renovado. Se notaba en sus burlas a los alumnos y comentarios mordaces. Cuando se sentía más relajado sus sarcasmos eran más creativos, no como cuando se sentía angustiado, que se limitaba a ser cruel y regañar por todo. Los alumnos no notaban ese cambio, pero sí que había una diferencia, leve, pero existía.

Las fiestas lo estaban molestando menos que otros años, si bien seguía sin entusiasmarse por ellas. Tal vez si Morgana se quedara en Howgarts para la fiestas pudiera llegar a ser divertido, pero no se quedaba, ni él podía seguir atosigándola si quería llegar a saber completamente lo que ella ocultaba. Él se quedaría en el castillo, experimentando con la poción nonsomnium, tal vez pudiera hacer que ese efecto secundario del vacío interno desapareciera.

Morgana no había dejado de leer sobre la legeremancia y la oclumancia, y el tema le había fascinado. Casi había olvidado que no sólo tenía que leer al respecto, sino practicarlas. Por otra parte, encontraba el sentido oculto de las simples palabras. “Oclumancia”. Le hacía sentir que si conociera el origen de las palabras podría descubrir más hechizos de los que pudiera imaginar. Después de todo, ¿quién inventaba los hechizos? Cualquiera podía hacerlo, cualquiera con una pizca de cerebro. Le encantaría mezclar el poder de las palabras… un día. Por ahora tenía que romperse la cabeza tratando de dejar su mente en blanco.

Tal vez ya lejos de Snape pudiera concentrase mejor. No conocía a ese tío con el ahora tendría que pasar las fiestas, tampoco sabía si en realidad tenía algún parentesco con él, pero dudaba que fuera un mago tan inteligente como Snape, y por lo tanto no haría preguntas respecto a sus chapuzas con la oclumancia. Tenía que avanzar muy rápido, pues algo le decía que su secreto no estaría resguardado por mucho tiempo.